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Sloterdijk y la crítica a la fiscocracia moderna

"Peter Sloterdijk no Fronteiras do Pensamento São Paulo 2016" by fronteirasweb is licensed under CC BY-SA 2.0.
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Peter Sloterdijk desafía la democracia contemporánea con su análisis de la fiscocracia, explorando cómo los impuestos redistribuyen riqueza, desincentivan la innovación y perpetúan desigualdades estructurales.

En 2009, Peter Sloterdijk desató un encendido debate con su ensayo La revolución de la mano que da, publicado en el periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ). En este texto, el filósofo alemán realiza una crítica mordaz al crecimiento imparable del Estado fiscal, al que identifica como un aparato cuya voracidad continúa expandiéndose, con consecuencias profundas para la libertad y la responsabilidad individual. Diez años después, Sloterdijk retomó estos planteamientos en el Neue Zürcher Zeitung (NZZ), donde publicó un artículo titulado «Quien ordena, no paga», en el que ahonda en su visión crítica de la democracia moderna como una combinación de oligarquía y fiscocracia.

Sloterdijk, con su estilo característicamente heterodoxo, plantea que la democracia, tal como existe actualmente, enfrenta serios desafíos en su postulado de igualdad. Argumenta que incluso en este sistema político, que idealmente busca representar la soberanía popular, siempre existe una élite minoritaria que gobierna sobre la mayoría. Más aún, subraya que son también unos pocos los que financian, a través de impuestos, la vida de muchos, estableciendo un paralelismo con las antiguas sociedades estamentales. Según su análisis, las dinámicas de poder en las democracias actuales no son muy distintas de las que caracterizaron a las aristocracias de antaño.

Sloterdijk retrocede en el tiempo para rastrear las raíces de esta desigualdad estructural, situándolas en la Revolución Francesa de 1789. A su juicio, esta revolución fue el escenario en el que se manifestó de manera paradigmática la tensión inherente entre la igualdad proclamada y los intereses de quienes apelan a la soberanía popular para su beneficio propio. Jean-Paul Marat, una de las figuras emblemáticas de este periodo, representa este fenómeno en su dimensión más sangrienta. Según Sloterdijk, el furor revolucionario de Marat, que comenzó con la denuncia de unos pocos «parásitos» del antiguo régimen, culminó en un baño de sangre que dejó más de 100,000 víctimas.

El filósofo identifica el final del régimen del Terror, marcado por la ejecución de Robespierre en 1794, como el verdadero debut histórico de la revolución. Lo que Sloterdijk considera notable de este evento es que logró unir, al menos momentáneamente, a las clases populares y las élites en una convicción común: el rechazo al régimen de Robespierre. Este breve momento de consenso, que compara con la caída del régimen nazi en 1945, es para él un raro ejemplo de alineación entre los intereses de «los pocos» y «los muchos».

En la sociedad posrevolucionaria, Sloterdijk observa un cambio en las líneas de conflicto. Ya no se trataba de la lucha entre la nobleza y el pueblo, sino entre ricos y pobres. Los socialistas del siglo XIX transformaron esta narrativa en una crítica al capitalismo, describiéndolo como una conspiración de una pequeña élite adinerada contra la mayoría trabajadora. Aunque este marco interpretativo tuvo un impacto significativo, Sloterdijk señala que el resentimiento hacia los ricos ha perdurado incluso después de que la clase trabajadora, como categoría romántica y unificada, se haya disuelto en gran medida en el contexto de las economías modernas.

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En este punto, el filósofo introduce su concepto de fiscocracia, una noción que desarrolló en su ensayo de 2009 y que actualiza en sus reflexiones más recientes. Según Sloterdijk, el Estado fiscal moderno opera como un sistema que redistribuye la riqueza a través de impuestos progresivos y al consumo. Aunque estos mecanismos han permitido financiar el Estado de bienestar, Sloterdijk critica su tendencia a desincentivar la innovación y la creatividad empresarial.

Para él, la relación entre los pocos y los muchos en la economía moderna es paradójica: mientras que la mayoría se beneficia de las innovaciones de unos pocos, también crece la desigualdad. Este fenómeno, según Sloterdijk, no debería entenderse simplemente como un problema moral o político, sino como una dinámica inherente a las economías basadas en la innovación y el crédito.

En el ensayo Sloterdijk describe la fiscocracia como un sistema que ha logrado obtener el consentimiento de las mayorías, a pesar de su naturaleza impopular, porque ha demostrado ser eficaz en la tarea de redistribuir recursos. Sin embargo, esta eficacia no elimina la pregunta fundamental sobre la legitimidad de un sistema que, como señala Thomas de Aquino, puede interpretarse como una forma de «robo legal».

El texto recupera la famosa frase de Benjamin Franklin, según la cual solo la muerte y los impuestos son inevitables, para subrayar el carácter inescapable de la fiscalidad en la modernidad. Pero a diferencia de Franklin, Sloterdijk no parece resignarse a esta realidad; en cambio, aboga por una reevaluación de la relación entre el Estado, los individuos y la riqueza.

El autor  invita a sus lectores a cuestionar los fundamentos de la democracia contemporánea y a reflexionar sobre las tensiones que surgen entre la igualdad formal, la responsabilidad individual y la creciente intervención estatal. Su crítica a la fiscocracia no es simplemente un lamento nostálgico por un pasado idealizado, sino un llamado a reimaginar un sistema que equilibre la creatividad individual con la justicia social.

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⨀ Foto: “Peter Sloterdijk no Fronteiras do Pensamento São Paulo 2016” by fronteirasweb is licensed under CC BY-SA 2.0.