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Colossal Biosciences: ¿Innovación Revolucionaria o Riesgo Biotecnológico?

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Colossal Biosciences, una empresa de biotecnología, ha captado la atención mundial al afirmar que ha “desextinguido” al lobo gigante, una especie desaparecida hace más de 10,000 años. Este logro, basado en la ingeniería genética y el ADN antiguo, ha generado tanto admiración como escepticismo en la comunidad científica y el público en general.​


El Proyecto Genético Que Quiere Reescribir la Historia Natural

Colossal Biosciences, fundada por el empresario Ben Lamm y el genetista George Church, se ha convertido en la cara visible de un nuevo campo que va más allá de la ciencia ficción: la desextinción. Con el respaldo de gigantes tecnológicos y celebridades, la empresa pretende devolver a la vida especies extintas como el mamut lanudo, el tilacino (o “tigre de Tasmania”) y ahora, al mítico lobo gigante, famoso por su aparición en la cultura popular gracias a series como Game of Thrones.

Recientemente, Colossal anunció el nacimiento de tres crías —Rómulo, Remo y Khaleesi— producto de una combinación de ADN fósil de lobos gigantes y edición genética aplicada sobre embriones de lobos modernos. Nacidos a través de una madre sustituta, estos animales han sido presentados como un “hito científico” y una “ventana al pasado”.

Pero detrás del marketing, surgen dudas legítimas: ¿son estos animales verdaderamente lobos gigantes? ¿O simplemente lobos grises con maquillaje genético? Varios expertos sostienen lo segundo.


Ciencia, Publicidad y Confusión

La genetista española Gemma Marfany ha sido contundente: “No son lobos gigantes. Son lobos tuneados”. Según ella, los cambios genéticos introducidos fueron mínimos, más cosméticos que funcionales. La apariencia externa puede ser convincente, pero la esencia del animal —su comportamiento, metabolismo, adaptaciones específicas— no se puede reconstruir con unos pocos genes modificados. “No estamos viendo una resurrección biológica. Estamos presenciando una escenificación mediática”, afirma.

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Y lo cierto es que este “teatro genético” sirve como excelente plataforma de relaciones públicas para una empresa que necesita atraer inversión y atención. En este sentido, no es irrelevante que Tom Brady, Paris Hilton y Joe Lonsdale estén involucrados como embajadores culturales del proyecto.


El Lado Oscuro del Proyecto: La Sombra de la CIA

Lo que realmente encendió las alarmas fue la revelación de que In-Q-Tel, la rama de capital de riesgo de la CIA, es uno de los inversores principales en Colossal. ¿Qué interés podría tener una agencia de inteligencia en la edición genética de especies extintas?

Según analistas como Glenn Beck, el interés va mucho más allá de la conservación animal. “La CIA quiere explorar organismos modificados para vigilancia, rastreo en territorios hostiles o incluso como armas ecológicas”, advirtió. Desde este ángulo, la desextinción no es un acto de nostalgia biológica, sino una herramienta potencial de guerra no convencional y control ambiental.

Imaginemos, por ejemplo, el despliegue de animales alterados con sentidos hiperdesarrollados para espiar regiones donde los drones no llegan. O peor aún: la introducción deliberada de plagas genéticamente diseñadas en países rivales, para destruir cosechas o alterar ecosistemas. Esto no es ciencia ficción. Es doctrina militar en potencia.


Geoingeniería Biológica: Un Nuevo Campo de Dominación

La tecnología genética ya no solo busca curar enfermedades o mejorar cultivos. Se está convirtiendo en un instrumento geopolítico. La capacidad de alterar ecosistemas enteros, influir en cadenas alimenticias y manipular el equilibrio ecológico puede convertirse en una herramienta de presión diplomática, económica y estratégica.

Si la CIA tiene acceso preferente a estas tecnologías, como parece tenerlo a través de Colossal, entonces hablamos de una nueva forma de intervención: el colonialismo biotecnológico. No se trata de enviar tropas, sino de plantar genes. No se trata de imponer gobiernos, sino de diseñar organismos.


La Trampa de la Bioética Progresista

Muchos medios alineados con el progresismo celebran el “logro científico” sin detenerse a analizar sus implicaciones. La narrativa de que “la ciencia salva el planeta” se utiliza como coartada moral para justificar avances que podrían tener consecuencias catastróficas. La tecnocracia globalista nos quiere hacer creer que toda innovación es deseable, que todo experimento es un paso hacia la salvación climática o ecológica.

Pero el verdadero conservadurismo sabe que el orden natural no puede ser manipulado sin consecuencias. Que la naturaleza no es un juguete para intereses corporativos, agencias de inteligencia o fanáticos de la edición genética.

¿Quién audita a estas empresas? ¿Quién responde si uno de estos experimentos sale mal? ¿Quién asumirá la responsabilidad si se libera una especie modificada y esta causa estragos en el entorno?


Una Empresa con Más Preguntas que Respuestas

Colossal Biosciences representa el sueño de algunos: traer de vuelta lo perdido. Pero también encarna los peores temores de una humanidad que juega a ser Dios sin medir los efectos colaterales.

Aunque la empresa dice buscar la restauración ecológica, su falta de transparencia, sus vínculos con agencias de inteligencia y su enfoque mediático más que científico generan más dudas que certezas.

La edición genética, si no está sujeta a controles reales y éticos, puede dejar de ser una herramienta de sanación para convertirse en un arma de dominación. Y cuando el dinero y los intereses geopolíticos se mezclan con la manipulación del código de la vida, la amenaza deja de ser hipotética.


Conclusión: No Se Trata de Ciencia, Sino de Poder

Colossal no está reviviendo especies por altruismo ni por amor a la biodiversidad. Está abriendo la puerta a un nuevo paradigma: uno en el que la ingeniería genética sirve a intereses de control, vigilancia y dominio. Y donde la línea entre ciencia y estrategia militar se vuelve peligrosamente difusa.

No estamos hablando de lobos gigantes. Estamos hablando de biopoder. Y más vale que no miremos hacia otro lado.


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¿Estamos frente al futuro de la conservación… o al inicio de una nueva era de manipulación biológica con fines oscuros?

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