El escándalo por la laptop de Hunter Biden vuelve al centro del debate tras revelaciones del Comité Judicial de la Cámara. Nuevos registros muestran que el FBI conocía la autenticidad del material y ordenó a sus agentes silenciar el tema en plena campaña electoral de 2020. El encubrimiento pudo influir en el resultado que favoreció a Joe Biden. Palabra clave principal: laptop de Hunter Biden.
El FBI Sabía La Verdad Y Eligió Callarla
Nuevas evidencias divulgadas por el Comité Judicial de la Cámara de Representantes confirman lo que muchos sospechaban desde hace años: el FBI sabía que la laptop de Hunter Biden era auténtica, y aun así optó por desacreditarla públicamente en los días críticos previos a las elecciones presidenciales de 2020.
Lejos de limitarse a una política de discreción institucional, el Buró instruyó activamente a sus agentes para que no comentaran el asunto Biden. En los chats internos publicados recientemente, se muestra cómo un analista fue reprendido por haber confirmado en Twitter la veracidad de la historia. La orden fue clara: “No hables del asunto Biden”.
Contraprogramación y Narrativa Fabricada
Jon Levine, periodista del Washington Free Beacon y exredactor del New York Post, fue contundente al señalar la gravedad de lo ocurrido. En entrevista con Morning Wire, afirmó que el FBI “sabía que era real” y, sin embargo, salió a difundir dudas sobre una supuesta operación rusa, a pesar de tener la verdad en su poder.
“Esa misma semana, ese mismo día, sabían que era real y estaban contraprogramando la narrativa”.
Esto no fue una omisión. Fue una campaña activa de desinformación promovida desde dentro del Estado, diseñada para proteger la imagen de Joe Biden en pleno proceso electoral. Una acción que, según Levine, tuvo consecuencias directas en la percepción pública y, por tanto, en el resultado electoral.
Censura, Manipulación y Elecciones Sesgadas
El New York Post, que originalmente publicó el contenido de la laptop, fue censurado por redes sociales, atacado por otros medios y calumniado por figuras políticas. Esta censura no fue espontánea: se sabe ahora que el FBI alertó a plataformas como Twitter y Facebook sobre una posible “filtración rusa”, preparando el terreno para la eliminación del contenido legítimo.
Al mismo tiempo, la laptop revelaba negocios internacionales de Hunter Biden y sugería, con pruebas documentales, que su padre podría haber estado al tanto o incluso implicado en acuerdos turbios, aprovechando el peso del apellido Biden.
La combinación de censura digital, manipulación mediática y blindaje político crea un precedente peligroso. Se suprimió información clave para los votantes, en el momento más delicado de un proceso democrático.
Un Estado Profundo Con Nombre y Apellido
Este episodio es uno más en la serie de abusos institucionales que parecen alinearse siempre en favor de una misma corriente política: la progresista-globalista. Jon Levine lo resumió con claridad: “No se trata de la gente común. Son muy buenos. El problema es la cúpula”.
Aquí no se denuncia a los agentes de campo ni al personal técnico, sino a los altos mandos, instrumentalizados políticamente para proteger intereses partidarios. La existencia misma de un aparato federal tan poderoso y opaco es una amenaza cuando su liderazgo actúa con impunidad ideológica.
Como dijo Levine, no se trata de reformar el FBI: se trata de reducirlo drásticamente. Si una agencia federal puede determinar qué información se publica y cuál se elimina en pleno proceso electoral, entonces ya no hablamos de una democracia funcional, sino de un régimen tutelado por burócratas sin rostro ni responsabilidad.
La Mentira Como Herramienta Electoral
Quizás el punto más escandaloso de toda esta historia no es la laptop ni siquiera el silencio institucional, sino la mentira activa. Mientras los periodistas del Post trataban de mostrar documentos, mensajes y pruebas, el FBI alimentaba una narrativa falsa para desacreditarlos.
“Difundieron un montón de mentiras porque la verdad perjudicaba a Joe Biden”, dijo Levine. Y tenía razón.
La doctrina del mal menor se convirtió en una práctica sistemática. La verdad era inconveniente, y por tanto fue silenciada. La prensa, en lugar de ejercer su rol crítico, se convirtió en cómplice funcional del encubrimiento. Hoy, años después, todo apunta a que los hechos revelados pudieron haber cambiado el curso de las elecciones.
La Libertad Bajo Cerco Progresista
Este tipo de manipulación no es un accidente ni un hecho aislado. Es parte del modo de operar del bloque progresista-globalista, que ya no necesita ganar debates, sino evitar que se den. Controlan las plataformas, influyen en los organismos de seguridad, se infiltran en las grandes redacciones.
La historia de la laptop de Hunter Biden no es solo un caso de corrupción. Es una muestra clara de cómo se usa el poder para bloquear la verdad cuando no sirve a los intereses del sistema. Mientras eso siga ocurriendo, cualquier elección, cualquier decisión pública, estará contaminada desde su origen.
Conclusión: ¿Qué Queda De La República?
Si el FBI puede elegir qué verdades se publican y cuáles no, si los medios pueden ser silenciados por decir lo que incomoda, y si las plataformas digitales actúan como policía ideológica, entonces estamos ante un problema estructural.
No es solo un escándalo, es una advertencia.
El caso de la laptop de Hunter Biden es el símbolo de un tiempo donde la libertad de expresión ya no está amenazada desde la calle, sino desde los escritorios de los funcionarios. La respuesta no puede ser tibia ni burocrática: se necesita una purga institucional y una desactivación del aparato federal que ha mutado en una herramienta de control ideológico.
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