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Hezbolá y el Ejército Libanés: ¿Una Alianza Peligrosa?

" Harakat Hezbollah al-Nujaba en 2016 (26) " de Mohammad Hossein Velayati tiene licencia CC BY 4.0 .
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Analistas piden a EE. UU. frenar su ayuda a las Fuerzas Armadas Libanesas

Desde hace años, las Fuerzas Armadas Libanesas (LAF) han recibido miles de millones de dólares en asistencia militar de Estados Unidos, con el objetivo de fortalecer la estabilidad en una región convulsa. Sin embargo, recientes informes han encendido las alarmas sobre la posible infiltración de Hezbolá dentro del ejército libanés, lo que ha llevado a analistas y figuras políticas a exigir a Washington que reconsidere su apoyo financiero.

La controversia se avivó tras la revelación de que Suhil Bahij Gharb, oficial de inteligencia del sur del Líbano dentro de las LAF, habría filtrado información clasificada a Hezbolá. Según el periódico The Times, los datos habrían sido obtenidos de instalaciones militares dirigidas en conjunto por Estados Unidos, Francia y la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano (FPNUL). Estas filtraciones refuerzan la percepción de que las LAF no operan de manera independiente, sino que están cada vez más influenciadas por la organización terrorista.

Trump bajo presión para cortar la ayuda

Edy Cohen, investigador del Centro Eitan y experto en terrorismo, ha sido tajante en su advertencia: “Hezbolá y el ejército libanés son lo mismo. Trump no debe financiar a los libaneses”. Las declaraciones de Cohen reflejan la creciente preocupación entre los aliados de Israel en Washington, quienes ven la actual política de ayuda militar como un riesgo estratégico.

Un alto funcionario de la administración Trump declaró a Fox News Digital que el actual panorama presenta una oportunidad para el Líbano, ya que Israel ha debilitado significativamente la estructura de Hezbolá tras sus recientes operaciones. Sin embargo, algunos expertos sostienen que, en lugar de ser un freno para Hezbolá, el ejército libanés podría estar facilitando sus actividades.

A inicios de enero, el comandante de las Fuerzas Armadas Libanesas, Joseph Aoun, fue elegido presidente del Líbano. Aunque su llegada al poder fue vista con esperanza por algunos sectores, la relación entre las LAF y Hezbolá sigue generando dudas. Washington enfrenta ahora una decisión clave: mantener el financiamiento con la esperanza de que el ejército libanés actúe de forma independiente o cortar los fondos para evitar que estos recursos terminen en manos de un grupo terrorista.

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El frágil alto el fuego y la postura de Hezbolá

Mientras tanto, Estados Unidos ha aceptado la solicitud de Israel de extender el acuerdo de alto el fuego con Hezbolá hasta el 18 de febrero. Sin embargo, los líderes de Hezbolá han manifestado su rechazo a cualquier prolongación de la tregua, lo que ha generado nuevas tensiones en la región.

El nuevo líder de Hezbolá, Naim Kassem, dejó clara su postura: “No aceptaremos ninguna excusa para extender el plazo ni un segundo ni un día”. Kassem responsabilizó a la ONU, EE. UU., Francia e Israel de cualquier intento por mantener el alto el fuego, sugiriendo que su grupo está decidido a reanudar las hostilidades en cualquier momento.

En los últimos días, la situación en el sur del Líbano se ha deteriorado aún más. Decenas de civiles chiítas, presuntamente seguidores de Hezbolá, intentaron ingresar por la fuerza a sus pueblos a pesar de las restricciones impuestas por Israel, lo que desató enfrentamientos que dejaron 22 muertos y más de un centenar de heridos. Analistas aseguran que Hezbolá utiliza a la población civil como escudo humano para justificar su agenda bélica y alimentar la narrativa de victimización ante la comunidad internacional.

Una estrategia fallida en Washington

A pesar de las crecientes pruebas sobre la influencia de Hezbolá en el ejército libanés, el debate en Washington sigue divido. Mientras algunos legisladores presionan por detener el apoyo a las LAF, otros argumentan que mantener la ayuda podría evitar que Hezbolá tome el control total del ejército.

El experto en política de Medio Oriente, Walid Phares, sugirió una alternativa: redirigir los fondos estadounidenses hacia nuevas unidades dentro del ejército libanés, diseñadas exclusivamente para contrarrestar a Hezbolá y desarmarlo. Sin embargo, esta propuesta enfrenta un obstáculo fundamental: la falta de voluntad política dentro del propio Líbano.

Desde el punto de vista de la administración Biden, el financiamiento a las LAF forma parte de una estrategia más amplia en la región, que también busca evitar que el Líbano caiga bajo la influencia total de Irán. Sin embargo, críticos de la actual administración argumentan que Biden ha priorizado su acuerdo nuclear con Irán sobre la seguridad de Israel y la estabilidad del Medio Oriente.

Un aliado poco confiable

Los hechos recientes dejan pocas dudas sobre la preocupante cercanía entre las Fuerzas Armadas Libanesas y Hezbolá. Lo que comenzó como una estrategia de estabilización en la región se ha convertido en un dilema geopolítico de alto riesgo para Estados Unidos.

Si Washington continúa financiando al ejército libanés sin garantías de que este no está infiltrado por Hezbolá, podría estar alimentando indirectamente a uno de los grupos terroristas más peligrosos del mundo. La administración Trump enfrenta una decisión crucial: cortar los fondos o arriesgarse a fortalecer, sin quererlo, a un enemigo de Occidente.

Gloria Savater y Associated Press contribuyeron a este informe.