En su audiencia de confirmación, Robert F. Kennedy Jr. expuso la hipocresía del senador Bernie Sanders por recibir millones de dólares de las farmacéuticas mientras se presenta como defensor del sistema de salud.
Kennedy desenmascara a Sanders y la gran farma, dejando al descubierto la corrupción política que protege los intereses de la industria farmacéutica en el Senado. En una audiencia de confirmación ante el Comité de Salud del Senado, Robert F. Kennedy Jr., candidato del presidente Donald Trump para dirigir el Departamento de Salud y Servicios Humanos, confrontó a los senadores, especialmente al autoproclamado socialista Bernie Sanders, por recibir millonarias donaciones de las grandes farmacéuticas mientras finge luchar por un sistema de salud más justo.
La sesión rápidamente se convirtió en un campo de batalla ideológico, donde Kennedy no dudó en señalar la hipocresía de quienes critican a la industria pero se benefician financieramente de ella. “Casi todos los miembros de este panel, incluido usted, están aceptando millones de dólares de la industria farmacéutica y protegiendo sus intereses”, acusó Kennedy, mirando directamente a Sanders, quien durante años ha cultivado una imagen de defensor de los desprotegidos, pero que, según las cifras reveladas, ha recibido importantes contribuciones de las farmacéuticas.
El dinero de las farmacéuticas y la falsa lucha de Sanders
El choque más revelador se produjo cuando Kennedy confrontó a Sanders con datos concretos: “En 2020, usted fue el mayor receptor de dinero farmacéutico. ¡1,5 millones de dólares!”. La respuesta del senador, un intento de minimizar el impacto de la revelación, fue admitirlo con ligereza: “Sí, de 200 millones de dólares”. Sin embargo, la cifra, lejos de ser irrelevante, expone la manera en que el sistema político ha sido infiltrado por intereses corporativos que financian campañas a cambio de favores legislativos.
El senador de Vermont, que ha hecho de su retórica anticapitalista su bandera política, quedó atrapado en una contradicción insalvable. Mientras fustiga al “gran capital”, su propia campaña ha sido beneficiaria de los mismos intereses que dice combatir. Esto demuestra, una vez más, cómo el discurso progresista de Sanders y otros demócratas no es más que una cortina de humo para encubrir su alineación con las grandes industrias que dominan la economía estadounidense.
Un sistema corrompido por el lobby farmacéutico
Kennedy dejó claro que el problema va mucho más allá de Sanders. Según su testimonio, el Congreso entero está inundado de dinero farmacéutico, y la influencia de estas corporaciones ha convertido a los legisladores en meros defensores de sus intereses en lugar de representantes del pueblo. “Todas las personas que están aquí defendiendo este sistema actual y defendiendo las ganancias de la industria farmacéutica, muchas de las cuales están recibiendo enormes cantidades de dinero de la industria farmacéutica, millones de dólares… Esto no está haciendo que nuestro país sea más saludable”, denunció con contundencia.
La respuesta de los senadores demócratas no fue la autocrítica, sino la descalificación. Rápidamente recurrieron a la táctica predecible de etiquetar a Kennedy como “un peligroso activista antivacunas” en un intento de desviar la atención del tema central: la corrupción y el tráfico de influencias en la política estadounidense.
Trump, Kennedy y la lucha contra el establishment
La verdadera razón por la que los demócratas y el aparato mediático atacan a Kennedy no es por sus posturas en salud pública, sino porque su nominación proviene de Donald Trump. Como el propio Kennedy señaló durante su audiencia, su antiguo círculo político, que antes lo apoyaba, ahora se vuelve en su contra por pura alineación partidista.
“Todos estos demócratas se oponen a mí por cuestiones partidistas. Solían ser mis amigos”, afirmó Kennedy. “Estaban de acuerdo con todos los temas en los que he trabajado durante toda mi carrera. Ahora están en mi contra porque todo lo que hace el presidente Trump debe ser desacreditado, ridiculizado y vilipendiado”.
Esta es la prueba más clara de que el establishment progresista no se mueve por principios ni por convicciones, sino por intereses políticos. Poco importa que Kennedy haya sido un defensor histórico de la salud pública y los derechos civiles si ahora está alineado con Trump. La consigna demócrata es simple: cualquiera que desafíe su dominio sobre el sistema político debe ser destruido.
Conclusión: un Congreso vendido al mejor postor
El intercambio entre Kennedy y Sanders reveló una verdad incómoda: la política estadounidense está controlada por grandes intereses corporativos, y los mismos políticos que dicen luchar por el pueblo son, en realidad, peones de los mismos poderes que dicen combatir.
La audiencia de confirmación de Kennedy no solo puso en evidencia la hipocresía del senador Sanders, sino que sirvió como un recordatorio de que la gran farma y su influencia están profundamente arraigadas en el Congreso. Robert F. Kennedy Jr. ha demostrado que está dispuesto a desafiar a estos gigantes, pero la pregunta que queda en el aire es: ¿está el Senado dispuesto a escucharlo, o preferirá seguir siendo una marioneta del dinero farmacéutico?