Trump 2.0: Un Nuevo Rumbo en Oriente Medio
La política del presidente Donald Trump para Oriente Medio, marcada por su firme inclinación a favor de Israel durante su primer mandato, le valió la reputación de ser el presidente estadounidense más proisraelí de todos los tiempos. Sin embargo, hay indicios de que no necesariamente seguirá la misma línea en su segundo mandato. Aunque algunos de sus designados reflejan continuidad, su postura hacia Irán podría ser menos agresiva, lo que podría provocar una ruptura con Israel.
En su discurso inaugural, Trump enfatizó su deseo de ser recordado como un pacificador y su intención de no involucrarse en nuevas guerras. Estas declaraciones son especialmente relevantes para Oriente Medio, una región donde el ejército estadounidense ha operado intensamente desde los ataques del 11 de septiembre de 2001. Su rechazo a amenazar a Irán con acción militar marca un cambio de enfoque, especialmente en contraste con las recomendaciones de figuras próximas al establishment proisraelí, como Dennis Ross, quien ha instado a que se mantenga la opción militar sobre la mesa.
Más allá de sus palabras, altos funcionarios de su administración han adoptado un tono similar. El vicepresidente JD Vance afirmó en una entrevista que los intereses de Estados Unidos e Israel no siempre son coincidentes y que la prioridad estadounidense es evitar un conflicto con Irán. Por su parte, el secretario de Estado Marco Rubio sugirió que Washington debería estar abierto a un acuerdo con Teherán siempre que garantice estabilidad y seguridad en la región.
Los recientes nombramientos de Trump refuerzan esta línea estratégica. Elbridge Colby, elegido subsecretario de Defensa para Políticas, es un reconocido experto en China que ha abogado por evitar la confrontación con Irán. Otro nombramiento clave es el del exanalista de la CIA Michael DiMino, quien ha expresado su oposición a la acción militar contra Irán y al respaldo incondicional de Estados Unidos a Israel contra Hezbollah. Asimismo, Trump destituyó a Brian Hook, arquitecto de la política de “máxima presión” contra Teherán.
Esta nueva postura ha generado reacciones en los sectores proisraelíes de Washington. En un artículo de opinión del Wall Street Journal, Mark Dubowitz y Reuel Marc Gerecht, de la Fundación para la Defensa de las Democracias, manifestaron su desilusión con la falta de intención de Trump de atacar a Irán. Como alternativa, han sugerido que Estados Unidos apoye una acción militar israelí contra Teherán en caso de que fracase la diplomacia de “línea dura”. No obstante, una ofensiva israelí contra Irán podría generar una escalada regional y aumentar la posibilidad de que Irán desarrolle armas nucleares.
Trump parece decidido a evitar que Oriente Medio desestabilice su agenda de política exterior, enfocada en la competencia con China y en asuntos de seguridad interna, como el combate contra los cárteles de la droga mexicanos. Informes recientes indican que el expresidente habría enviado un mensaje a Netanyahu instándolo a finalizar la guerra en Gaza antes de su posible regreso a la Casa Blanca. Además, se ha mostrado favorable a un alto el fuego en la frontera israelí-libanesa.
Su estrategia contrasta con la de sus predecesores, quienes vieron su política exterior afectada por Oriente Medio. George W. Bush quedó marcado por la guerra de Irak, Barack Obama por su fracaso en retirar tropas de la región y Joe Biden por la reactivación de la presencia militar estadounidense tras la crisis en Gaza. Trump, consciente de estos antecedentes, busca evitar un desenlace similar.
La nueva postura de Washington podría también mejorar su posición en el Sur Global, donde países como Brasil, Indonesia y Sudáfrica han criticado abiertamente el apoyo de EE.UU. a Israel. Ganar la simpatía de estas potencias emergentes será crucial en la competencia con China por la influencia global.
En definitiva, la estrategia de Trump en Oriente Medio podría marcar un cambio significativo en la política exterior estadounidense. Si logra evitar una escalada militar con Irán y mantener la estabilidad regional, podría consolidar su imagen de líder pragmático y fortalecer su posición global ante la creciente influencia china.
⨀ Crédito de la imagen: “President Trump and The First Lady Participate in an Abraham Accords Signing Ceremony” by The White House is marked with Public Domain Mark 1.0.