El enfoque de Trump: menos tropas, más diplomacia, y un replanteamiento estratégico que responde al interés nacional estadounidense.
¿Realmente quieres que las cosas cambien? se pregunta la articulista Jude Russo en The American Conservative. Si el electorado estadounidense es un indicador, la respuesta es un rotundo “sí”. Los votantes eligieron a Donald Trump, primero en 2016 y nuevamente ahora, precisamente porque representa una ruptura con las políticas fallidas del pasado. La elección de Trump no solo refleja el desencanto generalizado con el “statu quo”, sino también el deseo de que nuevas personas, con enfoques diferentes, lideren el rumbo de la nación.
Un ejemplo claro de este cambio de paradigma es la designación de Michael DiMino como subsecretario adjunto de Defensa encargado de Oriente Medio. DiMino, un exagente de la CIA con formación en la Universidad de Notre Dame, ha generado críticas de los sectores tradicionales por su postura sobre la región. Jewish Insider reportó recientemente la “alarma” entre ciertos republicanos pro-israelíes, quienes ven con recelo su inclinación a disminuir la exposición estadounidense en Oriente Medio.
Un replanteamiento necesario
Las posturas de DiMino, aunque controvertidas para algunos, son lógicas y fundamentadas en hechos. Afirma que las fuerzas convencionales iraníes no representan una amenaza directa para Estados Unidos, y que la presencia de tropas estadounidenses en Siria solo otorga a Irán un punto estratégico en la región. Estas ideas, lejos de ser radicales, reflejan un enfoque pragmático y coinciden con la visión de Trump: evitar guerras interminables y costos humanos y económicos innecesarios.
Desde el inicio de su carrera política, Trump ha sido crítico de la intervención estadounidense en Oriente Medio, describiéndola como costosa, destructiva y ajena al interés nacional. Durante su mandato anterior, intentó retirar tropas de Afganistán y Siria, y priorizó herramientas como los misiles de crucero y la diplomacia sobre el despliegue de tropas en el terreno. Aunque algunos puedan discrepar, este enfoque representa un cambio valiente y necesario frente a décadas de políticas exteriores que han fracasado en generar estabilidad en la región.
Enfrentando al complejo industrial-militar
La resistencia hacia figuras como DiMino proviene, en gran parte, de sectores ligados al complejo industrial-militar y a lobbies tradicionales que han influido históricamente en la política exterior estadounidense. Sin embargo, Trump ha demostrado una independencia inusual frente a estas influencias, guiándose por su compromiso con los intereses nacionales y el mandato que recibió de los votantes.
A pesar de las críticas, Trump ha cumplido con su promesa de apoyar a Israel, eliminando sanciones y restableciendo la designación de los hutíes como grupo terrorista. Al mismo tiempo, ha promovido el alto el fuego en Gaza, respondiendo también a las expectativas de la coalición árabe-estadounidense. Este enfoque equilibrado es un ejemplo de cómo su administración busca satisfacer las demandas de diferentes sectores, incluso cuando parecen contradictorias.
Una visión pragmática
La política exterior de Trump también reconoce que Estados Unidos ya no depende del petróleo extranjero gracias a su autosuficiencia energética. Por ello, considera que Europa, no Estados Unidos, debería asumir la responsabilidad de proteger las rutas marítimas en el Mar Rojo y el Golfo Pérsico, ya que es quien más se beneficia de ellas. Asimismo, Trump entiende que los objetivos de suprimir el terrorismo islámico y prevenir el surgimiento de potencias hegemónicas regionales pueden alcanzarse sin necesidad de desplegar tropas en el terreno.
Una política exterior diferente
El enfoque de Trump en 2025 representa una apuesta por romper con las recetas de siempre. Su administración ha demostrado que es posible equilibrar intereses contradictorios sin sacrificar los principios fundamentales de su visión política. Desde su primera campaña electoral, Trump dejó claro que no se doblegaría ante las presiones del complejo industrial-militar ni de los lobbies tradicionales, y sus acciones lo confirman.
Mientras otros optan por políticas que perpetúan el conflicto y benefician a unos pocos, Trump busca redefinir la relación de Estados Unidos con el mundo, priorizando los intereses de su pueblo. Sus decisiones, aunque polémicas, representan un paso hacia una política exterior más racional, menos costosa y centrada en el bienestar nacional.