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Trump impone el “Golfo de América” y castiga a la prensa

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La Casa Blanca retira acceso a la AP por rechazar el nuevo nombre


La administración del presidente Donald Trump ha vuelto a desafiar el statu quo con una decisión que ha generado un intenso debate en los círculos políticos y mediáticos. La Casa Blanca ha retirado el acceso de Associated Press (AP) a las conferencias de prensa presidenciales y a los vuelos del Air Force One tras la negativa de la agencia de noticias a adoptar el nombre “Golfo de América” en lugar del tradicional “Golfo de México”.

“Associated Press sigue ignorando el cambio legítimo del nombre geográfico del Golfo de América”, escribió en X Taylor Budowich, subdirector de gabinete de Trump. “Esta decisión no sólo es divisiva, sino que también expone el compromiso de Associated Press con la desinformación”.

El uso del término “desinformación” en este contexto ha generado reacciones encontradas. Durante años, la izquierda progresista ha utilizado la desinformación como un arma para censurar narrativas contrarias a su ideología. Sin embargo, la administración Trump está empleando la misma lógica para sancionar a quienes no acepten su visión de la realidad.

La hipocresía del control del lenguaje

Este episodio no es más que otro capítulo en la batalla ideológica sobre quién tiene el poder de definir el lenguaje en la esfera pública. Desde hace años, los medios tradicionales y los progresistas han impuesto nuevas nomenclaturas en diversos ámbitos, cambiando el nombre de calles, monumentos, equipos deportivos e incluso adoptando términos ideológicos en sus guías de estilo.

Un claro ejemplo fue la decisión de la AP en 2020 de escribir “Negro” con mayúscula, pero no “blanco”, en medio del caos social tras la muerte de George Floyd. En aquel momento, la agencia defendió su decisión como un acto de justicia social, sin considerar el impacto de un lenguaje que divide en lugar de unir.

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Sin embargo, cuando Trump y su equipo intentan cambiar la nomenclatura geográfica, el mismo medio que abogó por reconfigurar el lenguaje se aferra a la convención tradicional. Este doble estándar es el que expone la incoherencia de quienes durante años han promovido la manipulación del discurso.

La trampa de la “desinformación”

Lo más preocupante de este caso no es el nombre del Golfo, sino la instrumentalización del concepto de desinformación. La izquierda lo ha utilizado para censurar opiniones incómodas, restringir discursos en redes sociales y legitimar la persecución de narrativas alternativas.

Ahora, Trump usa la misma táctica contra la AP, redefiniendo lo que es “información legítima” y castigando a quienes no se alinean con su versión. Esto demuestra que, cuando se abre la puerta a la censura con pretextos ideológicos, tarde o temprano todas las partes juegan el mismo juego.

El problema no es el nombre, sino la coerción

Si bien algunos pueden considerar ridículo el intento de rebautizar el Golfo de México, el verdadero problema no es el cambio de nombre en sí, sino el uso del poder gubernamental para imponer una narrativa específica.

Si la administración de Joe Biden hubiera excluido a un medio conservador por negarse a llamar “Plaza Black Lives Matter” a un espacio en Washington D.C., la indignación de los sectores de derecha habría sido inmediata. Y con razón. Sin embargo, el movimiento MAGA parece caer en la misma trampa, aplicando las mismas estrategias de control discursivo que critica.

Este episodio debe servir como una advertencia. Cuando el poder político se convierte en árbitro del lenguaje, la libertad de expresión está en peligro. La verdadera lucha no es entre conservadores y progresistas por quién define la realidad, sino por garantizar que ninguna administración—ni de izquierda ni de derecha—tenga la capacidad de coaccionar el lenguaje a su antojo.

Al final, el debate sobre el “Golfo de América” es un síntoma de un problema mucho más profundo: la erosión de la independencia de los medios y la peligrosa tendencia de los gobiernos a intervenir en la construcción de la verdad oficial.

Sergio Guarda, periodista, colaboró en la redacción de este artículo de manera exclusiva para Hombres Sabios Magazine.