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Trump negocia con Maduro: ¿Cambio de estrategia?

Foto cortesía de Gage Skidmore
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El enviado especial Ric Grenell se reúne con Maduro y logra la liberación de rehenes y un posible acuerdo de deportaciones.

El enviado especial del presidente Donald Trump, Ric Grenell, viajó a Venezuela el pasado viernes para reunirse con Nicolás Maduro, en un movimiento inesperado que plantea interrogantes sobre la postura de la administración estadounidense hacia el régimen chavista.

El encuentro, centrado en temas clave como las sanciones económicas, la crisis migratoria y la liberación de ciudadanos estadounidenses retenidos por el régimen venezolano, tuvo resultados inmediatos. Ese mismo día, Grenell regresó a EE.UU. con seis estadounidenses liberados por Maduro. Al día siguiente, Trump anunció un posible acuerdo de deportaciones de inmigrantes ilegales venezolanos, incluyendo miembros de la temida pandilla Tren de Aragua.

Si bien el gobierno de Maduro no ha confirmado oficialmente este acuerdo, el hecho de que su administración acepte vuelos de repatriación marcaría un giro en la tensa relación entre ambos países. Históricamente, el chavismo, al igual que la dictadura cubana, ha utilizado la emigración como una válvula de escape para su crisis interna, permitiendo que los disidentes huyan en lugar de representar una amenaza al régimen.

¿Un nuevo enfoque de Trump hacia Venezuela?

Este acercamiento plantea una pregunta crucial sobre la estrategia de Trump hacia Maduro. Desde su primera administración, el expresidente adoptó una “línea dura” contra el régimen, imponiendo sanciones en 2017 y 2018, aislando a Venezuela financieramente y aparentemente apoyando intentos de derrocamiento por parte de la oposición.

Sin embargo, la crisis migratoria y la necesidad de garantizar la estabilidad en América Latina podrían estar empujando a la Casa Blanca a explorar un enfoque más pragmático. La cantidad de inmigrantes venezolanos que han ingresado a EE.UU. en los últimos años se ha convertido en un problema serio para la administración Trump, particularmente en su compromiso con endurecer las deportaciones y reforzar la seguridad fronteriza. A esto se suma el hecho de que Venezuela necesita urgentemente nuevos mercados para su petróleo, mientras que Trump ha insistido en fortalecer la producción energética de EE.UU.

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El problema de negociar con Venezuela

A pesar del posible giro en la estrategia estadounidense, Venezuela ha demostrado ser un socio poco confiable en el pasado.

El caso más reciente es el del presidente Joe Biden, quien intentó suavizar las sanciones a cambio de compromisos democráticos por parte de Maduro, como elecciones libres y el fin de la represión política. Sin embargo, el régimen chavista incumplió de inmediato, obligando a EE.UU. a restaurar las sanciones pocos meses después.

Trump se enfrenta a un dilema similar: ¿puede confiar en Maduro para cumplir cualquier acuerdo? A diferencia de Biden, el expresidente ha demostrado que no duda en ejercer presión cuando es necesario, pero la falta de herramientas adicionales de castigo deja a EE.UU. con poca influencia directa sobre el régimen.

América Latina en la mira de Trump

El nombramiento de Marco Rubio como Secretario de Estado es una probable señal de que la política exterior de Trump en América Latina será “agresiva“. Desde su confirmación, Rubio ha realizado una gira relámpago por la región, logrando acuerdos como la salida de Panamá de la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de China.

Venezuela sigue siendo el mayor desafío en esta estrategia. Como el régimen más hostil hacia EE.UU. en la región, Maduro no solo representa una amenaza para la estabilidad hemisférica, sino que también es un punto de apoyo clave para China y Rusia.

Restablecer el dominio estadounidense en América Latina será imposible sin abordar la influencia de Maduro en la región.

¿Cuál será el siguiente paso de Trump?

El futuro de la relación entre Trump y Maduro es incierto. Si bien el contacto directo entre ambas administraciones sugiere una posible apertura, también es posible que la Casa Blanca simplemente esté jugando todas las cartas disponibles para presionar al régimen.

Lo que sí es claro es que la estabilidad de Venezuela sigue siendo un punto crítico para EE.UU., tanto en términos de seguridad fronteriza como de competencia geopolítica con China.

Trump tiene tres opciones sobre la mesa:

  1. Mantener la presión con sanciones y aislamiento.
  2. Negociar acuerdos estratégicos que beneficien a EE.UU. en términos de energía y migración.
  3. Apostar por un cambio de régimen con medidas más contundentes.

Cualquiera que sea la elección, la política de Trump hacia Venezuela definirá su legado en América Latina y su capacidad para proyectar el poder estadounidense en la región.