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Trump parece frenar la expansión de la OTAN y deja a Ucrania fuera

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Estados Unidos rechaza la adhesión de Kiev y deja el conflicto en manos de Europa.


El secretario de Defensa de EE.UU., Pete Hegseth, ha sido claro: la administración Trump no apoyará la membresía de Ucrania en la OTAN. Esta declaración, realizada en Bruselas durante una reunión clave sobre seguridad, representa un giro significativo en la política exterior estadounidense, alejándose de la estrategia intervencionista que ha dominado Occidente en los últimos años.

Mientras el gobierno de Joe Biden y la élite política europea han impulsado sin descanso la expansión de la OTAN, Trump ha optado por un camino más pragmático: resolver el conflicto mediante la diplomacia y no mediante una escalada militar innecesaria.

Hegseth enfatizó que Estados Unidos no cree que la adhesión de Ucrania a la OTAN sea un resultado realista de un acuerdo de paz y que, en su lugar, cualquier fuerza de paz en la región debería operar fuera del marco de la alianza atlántica.

Ucrania: una provocación innecesaria a Rusia

La insistencia en incorporar a Ucrania en la OTAN ha sido uno de los principales detonantes del conflicto actual. Desde la Guerra Fría, Moscú ha advertido repetidamente que la expansión de la OTAN hacia el este representaba una amenaza directa. Sin embargo, Washington y Bruselas han ignorado estas advertencias, apostando por una estrategia que ha resultado en guerra y caos.

El caso ucraniano no es una excepción. En 2008, EE.UU. presionó para que la OTAN declarara que Ucrania eventualmente se uniría, lo que sentó las bases para una relación cada vez más hostil con Rusia. La administración Trump, en contraste, parece haber entendido que prolongar la guerra solo beneficia a los fabricantes de armas, los especuladores de Wall Street y las élites globalistas que sacan provecho del conflicto.

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Hegseth fue aún más directo al señalar que Europa debe asumir su propia defensa, en lugar de depender del dinero y el esfuerzo militar de Estados Unidos. Trump ha dejado claro que la política de financiar guerras extranjeras con dinero estadounidense está llegando a su fin.

La clase política globalista y su obsesión con la guerra

El rechazo de Trump a la expansión de la OTAN contrasta con la postura unificada de toda la clase política europea, independientemente de su supuesta orientación ideológica. Desde Bruselas hasta Londres, desde Macron hasta Sunak, todos están alineados con la agenda globalista que insiste en mantener viva la guerra en Ucrania.

Nigel Farage nunca ha cambiado de opinión sobre la OTAN ni sobre el papel de Occidente en el conflicto. Sin embargo, su postura realista ha sido sistemáticamente atacada por la élite política y mediática, que intenta silenciar cualquier crítica al intervencionismo occidental.

Farage ha sido uno de los pocos líderes que ha denunciado la expansión de la OTAN como un factor clave en la crisis actual, argumentando que Occidente ha jugado un papel directo en provocar a Rusia. Pero en la política británica, cualquier voz que no repita el dogma oficial de la OTAN es rápidamente demonizada.

Mientras tanto, el gobierno laborista británico y los burócratas de Bruselas siguen insistiendo en que la única solución para Ucrania es más guerra, más armas y más intervención, sin considerar alternativas realistas que eviten una escalada con Rusia.

Estados Unidos cambia de rumbo, Europa sigue en la necedad

La decisión de la administración Trump de rechazar la adhesión de Ucrania a la OTAN es una victoria para la paz y la estabilidad global. Admitir a Ucrania en la alianza no solo habría legitimado una guerra innecesaria, sino que habría activado el Artículo 5 de la OTAN, que obliga a todos los miembros a responder ante cualquier ataque.

En otras palabras, hubiera sido un camino directo hacia un conflicto abierto entre Occidente y Rusia.

Desde Hombres Sabios Magazine, sostenemos que Ucrania, la nación más corrupta de Europa, no debe formar parte de la OTAN. Su inclusión no solo no fortalecería la seguridad del continente, sino que provocaría aún más tensión en una región ya inestable.

La postura de Trump es un paso hacia el realismo geopolítico: EE.UU. no puede seguir siendo el garante de la seguridad de Europa mientras la élite política europea sigue alineada con los intereses del globalismo.

La pregunta que queda es: ¿Seguirá Europa el ejemplo de EE.UU. y apostará por la diplomacia, o seguirá en su carrera suicida hacia una guerra total con Rusia?