Pulsa «Intro» para saltar al contenido

Trump, un negociador que pone a EE.UU. en primer lugar

"Donald Trump Signs The Pledge" by Michael Vadon is licensed under CC BY-SA 2.0.
Puedes compartir esta historia:

Apuesta histórica para un acuerdo transformador con Irán

El mandatario se erige nuevamente como el artífice de una estrategia que podría redefinir la política exterior estadounidense, en un momento en que Oriente Medio clama por estabilidad y las relaciones con Irán alcanzan un punto crítico. La visión de Trump, basada en la convicción de anteponer siempre los intereses estadounidenses, se manifiesta en la posibilidad de alcanzar un acuerdo transformador con Irán, uno que no solo evite la proliferación nuclear, sino que abra nuevas y vastas oportunidades económicas para el pueblo estadounidense.

Durante décadas, los gobiernos de Washington han fracasado al intentar contener la influencia de Irán en la región. Desde las desastrosas guerras de cambio de régimen promovidas durante la era de George W. Bush hasta el limitado acuerdo nuclear de Barack Obama, la estrategia estadounidense ha sido ineficaz y costosa. El establecimiento globalista, que durante años ha empujado a Estados Unidos a intervenciones forzadas y sanciones arbitrarias, ha dejado de lado las oportunidades reales para reactivar la economía nacional. En contraste, Trump siempre ha defendido una política exterior clara: evitar enredos externos y priorizar el bienestar de los trabajadores y empresarios estadounidenses.

Un acuerdo con Irán, de la envergadura que se baraja hoy, se presenta como la solución para detener la espiral de conflictos que asola Oriente Medio, beneficiando a ambas naciones, pero sobre todo a Estados Unidos. Con las segundas reservas de gas natural y cuartas de petróleo en el mundo, Irán ofrece un mercado sin explotar para inversiones en infraestructura, tecnología, automoción y energía. El potencial de este acuerdo transformador con Irán no solo representa una maniobra diplomática sin precedentes, sino que encarna la posibilidad de generar miles de empleos y atraer miles de millones de dólares a la economía estadounidense.

Es fundamental resaltar que, a diferencia de los acuerdos del pasado, la propuesta de Trump no contempla excluir a las empresas nacionales. De hecho, la visión es clara: las compañías estadounidenses deben tener un rol protagonista en la explotación de este mercado, consolidando la idea de que la prosperidad de Estados Unidos se construye desde adentro, sin depender de acuerdos que favorecen a competidores extranjeros. Este enfoque es precisamente lo que muchos en la derecha prounorteamericana y conservadora han defendido durante años: una política exterior que, en lugar de diluir la soberanía nacional, la refuerza a través de decisiones estratégicas que benefician directamente a sus ciudadanos.

El establecimiento progresista, en su intento de perpetuar un orden internacional basado en la intervención y la dependencia de organismos multilaterales, ha obstaculizado en el pasado cualquier iniciativa que verdaderamente busque la independencia y el crecimiento económico propio. Trump, con su estilo directo y sin pelos en la lengua, ha sabido conectar con el electorado estadounidense, mostrándose como el líder capaz de desafiar la casta política tradicional. Su promesa de “poner a Estados Unidos primero” se reafirma en este nuevo escenario, donde un acuerdo transformador con Irán no solo evitaría conflictos costosos, sino que abriría las puertas a una era de seguridad nacional y prosperidad en Oriente Medio.

Imagine.art

Además, las señales de apertura provenientes de algunos sectores reformistas en Irán refuerzan la viabilidad de este acuerdo. Figuras clave, como el ministro del petróleo y otros altos funcionarios, han dejado entrever que la inversión extranjera, en particular la de empresas estadounidenses, es bienvenida si se adoptan políticas constructivas. Este pragmatismo, en un contexto de cambio interno, sugiere que el liderazgo iraní podría estar dispuesto a dejar atrás décadas de hostilidad ideológica para abrazar una política que favorezca el desarrollo y la modernización.

Desde el lado estadounidense, la oposición interna proviene principalmente de los críticos acérrimos del establishment en política exterior. Sin embargo, es importante recordar que la decisión de los votantes de elegir a Trump se fundamentó en la necesidad de romper con las políticas intervencionistas y en favor de una diplomacia basada en el interés nacional. El acuerdo con Irán, por tanto, no solo es una maniobra para evitar una nueva guerra, sino un acto de reivindicación de la soberanía y la capacidad de negociación de Estados Unidos en un mundo dominado por políticas progresistas y globalistas que han demostrado ser contraproducentes.

Por otra parte, la implementación de este acuerdo implicaría una revisión integral de las políticas sancionadoras, permitiendo a las empresas estadounidenses competir en igualdad de condiciones en un mercado de vasto potencial. Esto, sin duda, se traduce en un impulso para la economía del país, creando empleos y generando ingresos que fortalecerán la base económica y militar de Estados Unidos. La seguridad nacional se vería reforzada, ya que evitará futuros enfrentamientos que podrían desestabilizar la región y, por ende, afectar los intereses norteamericanos.

En conclusión, el momento es decisivo. Trump, el negociador que pone a EE.UU. en primer lugar, tiene la oportunidad de demostrar que la grandeza de un país reside en la capacidad de transformar desafíos en oportunidades. Un acuerdo transformador con Irán no es solo posible, es necesario para consolidar un legado de firmeza y visión estratégica. Este proyecto, que desafía a la casta progresista globalista y a los halcones de la guerra y el complejo militar industrial, podria significar un antes y un después en la política exterior. Con determinación y una visión clara, Estados Unidos puede reescribir su historia, asegurando que el bienestar y la seguridad de su pueblo prevalezcan sobre intereses externos, internos y globalistas.

Armando Febles Ramírez y Gloria Savater, periodistas, colaboraron en la redacción de este artículo de manera exclusiva para Hombres Sabios Magazine.