El presidente Trump avanza en conversaciones con Rusia dejando a Europa fuera de la ecuación diplomática.
La Conferencia de Seguridad de Múnich reveló un nuevo giro en el conflicto entre Rusia y Ucrania: Estados Unidos ha decidido marginar a los líderes europeos de las conversaciones de paz. La decisión ha provocado la indignación de los principales actores de la Unión Europea y ha desencadenado una reunión de emergencia convocada por el presidente francés Emmanuel Macron.
La postura de Washington
El enviado especial de Trump para Ucrania, Keith Kellogg, confirmó que Europa no estará presente en la mesa de negociaciones. “La respuesta a esa pregunta es no”, afirmó Kellogg en la conferencia de Múnich, sugiriendo que los europeos deben centrarse en aumentar su gasto en defensa en lugar de exigir un lugar en las negociaciones.
Esto ha despertado una fuerte reacción entre los líderes europeos. El presidente finlandés, Alexander Stubb, aseguró que “no hay manera” de que un acuerdo de paz sea viable sin Europa. Por su parte, Macron ha convocado una reunión de emergencia con los líderes del Reino Unido, Italia, Polonia y Alemania para coordinar una respuesta.
Negociaciones en Arabia Saudita
Mientras Europa se organiza para hacer frente a la nueva situación, Washington y Moscú han planificado conversaciones en Arabia Saudita la próxima semana. La exclusión de Ucrania de estas negociaciones ha generado incomodidad en Kiev. El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, confirmó que su gobierno “no fue invitado ni informado” sobre estos encuentros.
Zelensky reiteró en la Conferencia de Múnich que “solo se reunirá con un ruso: con Putin” y que cualquier negociación debe incluir primero un “plan común” acordado con Estados Unidos y la Unión Europea. Sin embargo, el Kremlin ha dejado en claro que cualquier acuerdo debe ser jurídicamente vinculante y que Ucrania no tiene autoridad para revertir unilateralmente su decreto de prohibición de conversaciones con Rusia.
La nueva estrategia de Trump
El regreso de Trump a la Casa Blanca ha traído consigo un cambio drástico en la diplomacia internacional. En contraste con la postura de la administración anterior, que insistía en la integración de Ucrania en la OTAN y la continuidad de sanciones a Rusia, Trump busca una salida pragmática al conflicto. En su conversación con Putin, el presidente estadounidense planteó la necesidad de iniciar negociaciones “de inmediato”.
El secretario de Estado Marco Rubio, el director de la CIA John Ratcliffe y el asesor de seguridad nacional Michael Waltz encabezarán la delegación estadounidense que viajará a Arabia Saudita para discutir los términos preliminares del acuerdo. Esto se suma a una estrategia que parece alejar a EE.UU. de la política belicista de la era Biden y acercarse a un reordenamiento de fuerzas en Europa.
Ucrania en la incertidumbre
Mientras las grandes potencias definen el futuro de la región, Ucrania queda en una posición incierta. La falta de una invitación a las negociaciones subraya la pérdida de influencia de Zelensky, cuyo mandato expiró en mayo de 2024 sin nuevas elecciones debido a la ley marcial. Su popularidad también ha disminuido, y Trump ha insinuado que el líder ucraniano podría no permanecer en el poder por mucho más tiempo.
El mayor desafío para Ucrania es que cualquier acuerdo que se logre entre Rusia y EE.UU. podría ser impuesto sin su pleno consentimiento. Las fuerzas ucranianas, desgastadas tras años de combates y cada vez más dependientes de la ayuda occidental, podrían verse obligadas a aceptar términos menos favorables si Washington decide avanzar sin consultar a Kiev.
Conclusión: Un Nuevo Equilibrio Geopolítico
La decisión de Estados Unidos de excluir a Europa de las conversaciones de paz marca un cambio radical en la dinámica diplomática global. Mientras Macron y otros líderes europeos buscan mantenerse relevantes, Trump y Putin parecen estar reconfigurando el mapa geopolítico a puertas cerradas.
Las próximas semanas serán cruciales para determinar si la diplomacia de Trump logra un cese al fuego duradero o si Europa se ve obligada a aceptar un acuerdo sin su participación activa. Lo que está claro es que la influencia de la Unión Europea en asuntos de seguridad está siendo desafiada como nunca antes.
