Joe Biden premia a Hillary Clinton y George Soros con la Medalla de la Libertad, consolidando su agenda progresista y su desprecio por la ley
El presidente Joe Biden ha llevado su agenda progresista a un nuevo nivel al otorgar la Medalla Presidencial de la Libertad a dos figuras profundamente polarizantes: Hillary Clinton y George Soros. Este gesto no solo es un insulto a los ciudadanos estadounidenses que valoran la integridad, sino una burla al propósito original de este honor civil, que se otorga a quienes realmente contribuyen al bienestar del país.
En el caso de Hillary Clinton, Biden resalta su “servicio público” y su condición de primera mujer nominada presidencial de un partido importante. Sin embargo, omite convenientemente su largo historial de controversias, que incluye su derrota electoral en 2016 frente a Donald Trump, un episodio que Clinton se negó a aceptar, culpando a Rusia y al FBI. Además, Clinton ha abogado recientemente por más censura en las redes sociales, evidenciando su desprecio por la libertad de expresión.
Por otro lado, George Soros, conocido por financiar fiscales progresistas y movimientos radicales, es descrito como un filántropo que “fortalece la democracia”. La realidad es que sus “iniciativas” han contribuido al colapso de las políticas de orden público, permitiendo que criminales reincidentes sigan en las calles. Gobiernos estatales como el de Ron DeSantis han denunciado el impacto devastador de estas políticas, prometiendo enfrentarlas con determinación.
Este no es el único gesto partidista de Biden. También anunció medallas para Liz Cheney y Bennie Thompson, líderes del desprestigiado Comité J6, conocido por perseguir a opositores políticos bajo el pretexto de investigar la irrupción en el Capitolio. Este comité fue criticado por operar como un circo mediático diseñado para vilipendiar al movimiento conservador y a Donald Trump.
Lejos de unir al país, Biden utiliza las distinciones presidenciales para premiar a figuras que encarnan los valores más destructivos de la izquierda. Clinton, Soros, Cheney y Thompson son símbolos de la corrupción, la censura y el desprecio por la ley, y su reconocimiento es un recordatorio de que la Administración Biden no está interesada en el bienestar de los ciudadanos, sino en consolidar su poder y proteger a su élite progresista.
Los estadounidenses merecen líderes que respeten los valores fundamentales de la nación y honren a quienes realmente trabajan por el bien común, no a figuras cuya trayectoria está marcada por el escándalo y la división.