Konstantin von Eggert, un periodista de amplia carrera en Rusia y con estrechos lazos con el Foro de Davos (donde le publicaron este artículo que cito, por cierto), miembro del Chatham House – Royal Institute of International Affairs (quienes dicen que sus «tres objetivos del segundo siglo están destinados a permitir y construir sociedades pacíficas, sostenibles e inclusivas») deja entrever el por qué a la Rusia de Putin la masticaban sin tragarla. Dice von Eggert:
«Hubo un brillante momento transformador recientemente cuando Rusia se unió a la OMC, confirmando así a sí misma y al mundo en general que su economía está inextricablemente unida para siempre con otras en la era de la globalización. Sin embargo, pasarán años antes de que Rusia se sienta cómoda en la organización y aprenda las cuerdas en el interminable proceso de toma y daca de la OMC. También tomará tiempo (si no mucho) para que las realidades políticas internas de Rusia cambien y para que nuevos líderes más audaces lleguen a la escena, aquellos que no estarán sumidos en el obsoleto pensamiento de suma cero».
En todo caso, tampoco Rusia es el adalid (a pesar del nacionalismo eslavo de Putin) antiglobalista al que muchos aluden. Mientras el presidente ruso popularizaba en las redes posiciones férreas y conservadoras en relación a temas sobre la llamada justicia social crítica o el terrorismo islámico, la cadena oficialista RT arremetía fieramente contra el trumpismo y apoyaba las causas de Black Live Matter y demás progres locales.
De hecho, tan sólo en Octubre del año 2021, Rusia se unió al Centro para la Cuarta Revolución Industrial, patrocinado y manejado por el Foro Econòmico Internacional. ¿Que quiénes firmaron el acuerdo en Moscú? Nada menos que el presidente del Foro, Børge Brende y el Viceprimer ministro de Rusia, Dmitry Chernyshenko.
Estos son tiempos que trascienden ideologías e intereses y que solo podrían explicarse con cierto grado de certeza desde las geopolíticas que «construyen» el futuro. Nosotros, meros espectadores y opinadores, seguramente ni tenemos idea. Vivimos los prolegómenos de una nueva era y los poderes que pujan por el cambio terminarán erigiéndose sobre los más débiles. De eso se trata, también, la naturaleza humana.
- Rafael Piñeiro-López, editor general