Rusia estuvo dispuesta a poner fin a la guerra y retirar sus tropas a cambio de la neutralidad ucraniana en los primeros meses del conflicto. Sin embargo, Boris Johnson presionó a Kiev para rechazar el acuerdo y continuar la lucha, según David Arahamiya, líder del partido gobernante de Ucrania. La intervención occidental, particularmente británica, resultó decisiva para prolongar la guerra y evitar una resolución negociada.