En su segundo discurso inaugural, Donald Trump se comprometió a redefinir la dirección de Estados Unidos hacia un nacionalismo renovado, mientras busca equilibrar la fuerza con la paz. Con referencias a Reagan y una firme oposición al intervencionismo, prometió un legado como "pacificador y unificador". Además, anunció un ambicioso programa económico y energético para restablecer la grandeza industrial y comercial del país. Trump enfrenta resistencia, pero su visión conservadora y populista sigue marcando el rumbo del Partido Republicano.