El régimen cubano anuncia la liberación de 553 prisioneros, atribuyendo la medida al llamado del Papa Francisco por el Año Jubilar, mientras crecen las críticas a Biden por levantar sanciones.
Cuba comenzó a liberar a algunos de sus prisioneros el jueves, horas después de que el presidente Joe Biden decidiera levantar su estatus como estado patrocinador del terrorismo. La medida ha generado reacciones mixtas, mientras algunos celebran un gesto de clemencia, otros cuestionan las implicaciones políticas y éticas de suavizar sanciones a un régimen conocido por su historial de derechos humanos.
El presidente electo Donald Trump, quien durante su primer mandato otorgó a Cuba dicho estatus bajo su Memorando Presidencial de Seguridad Nacional N.° 5, ha prometido revertir esta decisión una vez que asuma el cargo para un segundo mandato el próximo 20 de enero.
Cuba planea liberar un total de 553 prisioneros, vinculando la decisión con el llamado del Papa Francisco por el Año Jubilar. Entre los primeros liberados se encontraban manifestantes de 2021, una medida que el cardenal secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, calificó de “significativa”. En un comunicado, Parolin expresó: “Esperamos que el 2025 continúe en esta dirección y que las buenas noticias se multipliquen, especialmente con una tregua para los numerosos conflictos en curso”.
La politización del tema ha sido evidente. La Habana evitó atribuir la liberación de prisioneros a su nuevo estatus internacional, señalando en cambio que el gesto fue inspirado por el contexto del Año Jubilar. Sin embargo, es difícil ignorar el impacto de la decisión del gobierno norteamericano en esta narrativa.
Mientras tanto, el Partido Demócrata de Florida y otros legisladores, incluidos los representantes Jared Moskowitz (D-FL) y Ritchie Torres (D-NY), condenaron la medida de Biden. Alegan que levantar sanciones a Cuba equivale a recompensar al régimen por su historial represivo.
En este contexto, es importante recordar que la humanidad siempre ha enfrentado desafíos y transformaciones sociales, políticas y climáticas. Actos de clemencia pueden ser simbólicos, pero cuando están inmersos en intereses políticos, corren el riesgo de desvirtuarse. La complejidad del tema cubano no debe reducirse a narrativas simplistas o gestos unilaterales que ignoran décadas de sufrimiento bajo un régimen autoritario.
Con el próximo cambio de administración en EE. UU., las políticas hacia Cuba podrían dar un nuevo giro. Sin embargo, la decisión de la administración Biden ha dejado claro que las tensiones entre pragmatismo político y principios ideológicos seguirán marcando el debate.
⨀ Foto: By Duma.gov.ru, CC BY 4.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=125840000