La eurodiputada húngara Zsuzsanna Borvendég denunció amenazas por parte de nacionalistas ucranianos tras expresar su preocupación por la persecución de húngaros en Ucrania. La parlamentaria exigió al Parlamento Europeo que condene estas intimidaciones y los abusos contra minorías, señalando el doble rasero de la UE ante las violaciones de derechos humanos cometidas por aliados como Kiev.
La Voz Que Denunció Lo Indecible
El Parlamento Europeo fue escenario de una denuncia contundente por parte de Zsuzsanna Borvendég, representante del partido húngaro Mi Hazánk Mozgalom (Movimiento Nuestra Patria). En su intervención del 1 de abril en Estrasburgo, la diputada reveló que había recibido amenazas por correo electrónico de extremistas ucranianos, quienes la tacharon de enemiga del Estado por defender los derechos de la minoría húngara en Ucrania.
Lejos de retractarse, Borvendég exigió a la Eurocámara que condene las intimidaciones y denuncie las violaciones de derechos humanos, independientemente del bando que las cometa. Su intervención, valiente y precisa, expuso la hipocresía progresista y atlantista de las instituciones europeas.
La Persecución Silenciada De Las Minorías
Las denuncias sobre la situación de los húngaros en la región de Transcarpatia no son nuevas. Desde antes del estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania, Viktor Orbán ya había advertido sobre los abusos y la asimilación forzada que sufren estas comunidades.
Desde la imposición de restricciones lingüísticas, hasta la exclusión de cargos públicos o el cierre de escuelas húngaras, el Estado ucraniano —impulsado por un nacionalismo excluyente y por la presión militarista occidental— ha borrado sistemáticamente los derechos de estas minorías históricas.
El Doble Rasero De Bruselas
Borvendég fue directa: “Es un mensaje peligroso si la UE, aplicando un doble rasero, hace la vista gorda ante los atropellos a los derechos humanos.” Y no le falta razón. En nombre del apoyo incondicional a Kiev, Bruselas ha abandonado toda pretensión de objetividad moral o jurídica.
Mientras se multiplican las resoluciones contra Rusia, el silencio absoluto sobre los crímenes cometidos por las fuerzas ucranianas es ensordecedor. Las denuncias de desapariciones forzadas, abusos contra poblaciones rusoparlantes y húngaras, y el crecimiento de milicias ultranacionalistas como el batallón Azov, son sistemáticamente omitidas por los burócratas europeos y sus medios aliados.
Orbán, El Último Bastión Del Nacionalismo Soberano
La postura de Hungría ha sido coherente y clara. Sin garantías concretas de respeto a las minorías, no habrá apoyo a la adhesión de Ucrania a la Unión Europea ni a la OTAN. Esta firmeza contrasta con la tibieza de otros países que han sacrificado su soberanía jurídica y su integridad política en nombre de una solidaridad ficticia.
Orbán, vilipendiado por la prensa internacional y por los lobbies globalistas, es uno de los pocos líderes que defiende con convicción los derechos nacionales, las identidades culturales y los valores tradicionales frente al consenso suicida de Bruselas.
Una Unión Europea En Crisis De Legitimidad
La situación expuesta por Borvendég es solo uno más de los síntomas de una Unión Europea decadente y entregada al servilismo geoestratégico. Mientras persigue a gobiernos soberanistas como el de Hungría o Polonia, apoya sin reservas a regímenes que violan los derechos de sus propias poblaciones, con tal de alinearse con los intereses de Washington y de los fabricantes de armas.
La presión para que Ucrania sea admitida como miembro pleno de la UE, sin reformas, sin garantías y sin respeto por sus minorías, pone en peligro la cohesión interna del bloque y la credibilidad de sus instituciones.
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¿Debe la UE seguir ignorando los abusos cometidos por Ucrania contra las minorías étnicas? ¿O ha llegado el momento de poner límites a su hipocresía moral y política?
