Una tregua de seis semanas pone en pausa el conflicto, pero el futuro de Gaza sigue incierto
Israel y Hamás han pactado un cese al fuego de seis semanas que plantea una pausa en el conflicto de más de 15 meses. Este acuerdo, fruto de intensas negociaciones con mediación internacional, permitirá la liberación de 33 rehenes israelíes y el retiro parcial de las fuerzas israelíes de Gaza, mientras cientos de prisioneros palestinos serán liberados por Israel. La tregua también facilita la llegada de ayuda humanitaria a una región devastada por la guerra.
A pesar del avance, las incertidumbres sobre el futuro nublan cualquier optimismo. No hay un acuerdo definido para después de la primera fase, que concluye en marzo, y ambas partes mantienen posturas irreconciliables. Israel busca desmantelar las capacidades militares y el control de Hamás en Gaza, mientras que Hamás aspira a consolidar su posición. Como expresó Khalil al Hayya, líder de Hamás: “Nuestra lucha será recordada como un orgullo generacional”, reafirmando la retórica hostil hacia Israel.
La mediación de Estados Unidos: entre la presión y las promesas
El rol de Estados Unidos ha sido clave en la negociación, con una transición presidencial que ha marcado el proceso. La administración saliente de Joe Biden trabajó junto a la entrante de Donald Trump para forzar un acuerdo antes del cambio de mando. Trump adoptó un enfoque agresivo, amenazando con “desatar el infierno” si Hamás no cumplía con la liberación de los rehenes.
El enviado especial de Trump, Steve Witkoff, desempeñó un papel crucial al ejercer presión tanto sobre Hamás como sobre Israel. Netanyahu, inicialmente reticente, cedió ante las expectativas del apoyo estadounidense. Según fuentes cercanas, la influencia de Trump fue “la diferencia” que permitió llegar a un acuerdo.
Sin embargo, la administración entrante también ha dejado claro que respaldará a Israel si decide reanudar operaciones militares al término de la tregua. Mike Waltz, asesor de seguridad nacional de Trump, subrayó: “Hamás no seguirá siendo una entidad militar ni gobernará Gaza”.
Un futuro incierto en una región fragmentada
Aunque el acuerdo supone un alivio temporal para la población civil, Gaza enfrenta una crisis humanitaria sin precedentes. Con alrededor de 45,000 muertos y una infraestructura destrozada, la región requiere una solución política sostenible. Sin embargo, el gobierno israelí, presionado por su ala más conservadora, ha descartado un regreso a la situación anterior al 7 de octubre y rechaza la posibilidad de una solución de dos Estados promovida por la administración Biden.
Mientras tanto, las tensiones se extienden más allá de Gaza. En el sur del Líbano, Israel ha demorado su retirada, frustrando los esfuerzos de la ONU para estabilizar la región. Las FDI justifican su presencia como una medida contra los restos de Hezbolá, pero esta situación amenaza con abrir un nuevo frente de conflicto.
En definitiva, la tregua entre Israel y Hamás no solo pone a prueba la capacidad de las partes para cumplir sus compromisos, sino también la influencia de los actores internacionales en una región donde la paz sigue siendo un objetivo distante.
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