El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, habría anunciado en una reunión a puertas cerradas que los combates en Gaza continuarían a pesar de un acuerdo de alto al fuego con Hamás, según informó el Jewish News Syndicate.
“Si hay un acuerdo –y espero que lo haya–, Israel volverá a luchar después. No hay razón para ocultarlo ni disimularlo, porque la reanudación de los combates tiene como objetivo completar los objetivos de la guerra. Esto no obstruye un acuerdo, lo alienta”, declaró el primer ministro, según el citado medio.
Esta afirmación revela una postura que contradice el espíritu de cualquier alto al fuego: detener la violencia para avanzar hacia soluciones sostenibles. La retórica de Netanyahu parece consolidar la guerra como un medio inevitable, en lugar de un fracaso de la diplomacia y la humanidad.
La sombra del conflicto
Algunos negociadores han expresado su preocupación por la postura de Netanyahu. Hamás, por su parte, exige garantías internacionales para las etapas finales de un acuerdo, mientras reitera su demanda de una retirada total de las tropas israelíes de Gaza.
Los tres objetivos declarados por Israel son erradicar a Hamás como organismo militar y político, recuperar a todos los rehenes del ataque del 7 de octubre y evitar que los grupos islamistas de Gaza vuelvan a representar una amenaza para la seguridad del país en el futuro cercano.
Sin embargo, las negociaciones para la liberación de 34 rehenes siguen estancadas. Hamás se niega a liberar a 12 rehenes específicos y amenaza con devolver únicamente sus cuerpos, mientras propone liberar a 22 rehenes vivos como parte de un acuerdo condicionado. Netanyahu rechazó esta propuesta, alimentando un ciclo de violencia que parece lejos de resolverse.
Un alto al fuego con fecha de caducidad
El 20 de diciembre, en una entrevista con The Wall Street Journal, Netanyahu reafirmó su postura: “No voy a aceptar poner fin a la guerra antes de que eliminemos a Hamás. No vamos a dejarlos en el poder en Gaza, a 50 kilómetros de Tel Aviv. Eso no va a suceder”.
Esta declaración pone en duda cualquier esperanza de paz en la región. Más allá de los objetivos militares, la insistencia en proseguir los combates refleja una estrategia que prioriza la fuerza sobre la negociación y perpetúa el sufrimiento de las poblaciones civiles.
El precio de la guerra
El enfoque beligerante de Netanyahu subraya las limitaciones de la política basada en la guerra como herramienta de resolución de conflictos. Mientras ambos lados enfrentan pérdidas humanas y materiales, el futuro de Gaza y de Israel queda atrapado en una narrativa donde la violencia es inevitable.
En un mundo que clama por soluciones pacíficas, la postura de Netanyahu plantea una pregunta fundamental: ¿hasta cuándo aceptaremos la guerra como respuesta a nuestros desacuerdos?