Vladimir Putin mantiene su postura firme en el conflicto ucraniano, mientras el presidente Trump busca mediar con inteligencia estratégica. Moscú insiste en el levantamiento de sanciones y un gobierno neutral en Kiev. Lejos de una confrontación, ambas potencias se mueven con cautela, conscientes de que la paz exige más que diplomacia vacía y requiere reordenar la geopolítica global.
Rusia Y EE.UU.: Tensiones, Pero No Enemistad
Pese a la narrativa simplista de los grandes medios, el vínculo entre Estados Unidos y Rusia no puede reducirse a un juego de buenos y malos. Ni Trump ni Putin son marionetas de los intereses globalistas que empujan al mundo hacia conflictos perpetuos. Cada uno defiende, con firmeza, los intereses de su nación y busca —desde sus respectivas lógicas— soluciones duraderas. En este contexto, la negativa rusa a acordar un alto el fuego inmediato no debe interpretarse como un acto de obstinación, sino como parte de una estrategia cuidadosamente calibrada.
La Posición Rusa: Seguridad, Soberanía Y Realismo
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, ha dejado claro que Moscú no se opone a hablar con Trump. Todo lo contrario: reconoce su voluntad real de alcanzar la paz. Pero, para Putin, la guerra en Ucrania es la consecuencia de una década de provocaciones de la OTAN, operaciones encubiertas, golpes de Estado y expansión armamentística en las puertas mismas de Rusia.
Desde el punto de vista ruso, no se puede firmar la paz sin garantías reales. Moscú exige:
- Levantamiento progresivo de las sanciones económicas, que afectan a su población civil.
- Reemplazo de Zelensky, a quien considera un actor artificial impuesto por intereses externos.
- Garantías de neutralidad de Ucrania, lejos de cualquier tentativa de adhesión a la OTAN.
Estas no son demandas caprichosas, sino una respuesta lógica a la amenaza existencial que el atlantismo representa para la Federación Rusa.
Trump, El Único Líder Con Peso Para Mediar
El presidente Trump ha demostrado ser el único actor político con la estatura y el pragmatismo para abordar el conflicto de forma constructiva. Sus declaraciones dejan claro que su intención es alcanzar un acuerdo con sentido común, que respete tanto la soberanía rusa como los intereses geoestratégicos de Estados Unidos.
A pesar de ciertos roces retóricos —normales en cualquier proceso negociador—, Trump ha evitado caer en la provocación fácil o en la demonización de Putin. Ha dicho claramente que, si Rusia no coopera, impondrá aranceles severos al petróleo ruso, pero al mismo tiempo ha dejado la puerta abierta al diálogo real.
Esa es la diferencia entre Trump y la élite globalista: mientras unos siembran guerras para justificar más burocracia internacional, Trump busca paz con dignidad y sin ceder soberanía.
Advertencia: La Paz No Se Impone Con Armas
Trump debe mantener el rumbo claro: Estados Unidos no tiene por qué asumir el papel de policía global. Cualquier desliz hacia sanciones agresivas o amenazas militares solo serviría a los intereses de aquellos que siempre han querido arrastrar al país a guerras interminables.
La tradición paleoconservadora y jacksoniana, que Trump ha representado con orgullo, aboga por un nacionalismo no beligerante, firme en la defensa del país, pero renuente a involucrarse en conflictos ajenos. El aislacionismo prudente, y no la aventura bélica, debe seguir siendo la brújula de su política exterior.
Trump ha sido —y debe seguir siendo— el presidente que saca a EE.UU. de guerras, no el que inicia nuevas. Esa es la razón por la cual millones lo respaldan. Su legado no puede ser un nuevo atolladero militar, sino la paz sólida lograda por medio del respeto y la estrategia.
Zelensky: Una Ficha Que Ya No Sirve Al Juego
El gobierno ucraniano, encabezado por Volodymyr Zelensky, ha dejado de ser un socio creíble. Sus constantes cambios en los términos de acuerdos, como el reciente pacto por minerales estratégicos, su retórica emocionalista y su negativa a aceptar condiciones mínimas de neutralidad, convierten su figura en un obstáculo para la paz.
Putin lo sabe. Y Trump, con su olfato político, también lo ha intuido. Por eso, la propuesta de un gobierno de transición en Ucrania, supervisado por Naciones Unidas —pese a las reservas que despierta ese organismo—, puede ser una solución pragmática para destrabar el conflicto sin exigir rendiciones ni imponer regímenes.
La Verdadera Paz Requiere Redefinir El Orden Global
No habrá paz si no se redefine el papel de los organismos internacionales, de la OTAN y del complejo militar-industrial. Las sanciones no son instrumentos diplomáticos, sino armas económicas que afectan a los pueblos, no a los gobiernos. Putin exige respeto. Trump ofrece realismo. La UE, en cambio, ofrece más deuda, más inflación y más guerra.
Mientras tanto, la prensa occidental ignora que Corea del Norte ya ha enviado miles de soldados y armamento a Rusia y que Irán también participa con apoyo logístico. ¿De verdad alguien cree que este conflicto puede resolverse con notas diplomáticas y tuits humanitarios?
Conclusión: Paz Sólida, Soberanía Y Prudencia
Trump entiende que el conflicto en Ucrania no es un simple problema regional, sino una pieza clave en la lucha por el nuevo orden mundial. Si quiere evitar una tercera guerra mundial, tendrá que seguir negociando con Putin, no desde la debilidad, sino desde la firmeza estratégica. Pero esa firmeza no debe confundirse con agresividad, ni debe ceder ante la presión de los halcones neoconservadores que quieren arrastrar a EE.UU. a otra guerra innecesaria.
El camino correcto no es la confrontación, sino el realismo geopolítico, la defensa de la soberanía y el respeto al interés nacional.
Comparte esta noticia, deja un comentario y súmate al debate: ¿Debe Trump reafirmar su doctrina de no intervención y resistir las presiones globalistas que quieren más guerra? El futuro de la paz está en juego, y la voz del pueblo debe escucharse más que nunca.
Armando Febles Ramírez y Gloria Savater colaboraron en la redacción de este artículo de manera exclusiva para Hombres Sabios Magazine.