El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca marca una ruptura histórica con el orden globalista. Su administración está reestructurando la política interna y externa, eliminando el viejo sistema de poder y redefiniendo el papel de EE.UU. en el mundo. La era del "imperio liberal" se desmorona, dando paso a una estrategia más transaccional y nacionalista, con implicaciones impredecibles para Europa, Rusia y China.